La travesía hacia la madurez emocional –tanto personal, profesional como organizativa- participa, inevitablemente, de la introspección como la ruta para reforzar la confianza entre los integrantes de un sistema.
Saber estar solo sin sentirse excluido, para poder trenzar sinergias con los otros integrantes de un sistema, en este caso el integrado por los usuarios y los prestatarios de la seguridad privada, es uno de los principales pasos hacia la madurez profesional. Especialmente, en la consolidación de un modelo de seguridad propio de un mundo en el que las tecnologías de la información permiten, y premian, el trabajo en red. Para ello es imprescindible generar espacios de interrelación entre usuarios y prestatarios, articulados en segmentos estratégicos para ambos: valores, misiones, paradigmas, visiones, etc.
Particularmente, considero que conforme vamos definiendo mejor nuestros entornos y sus necesidades, si fusionamos nuestros recursos con los de nuestros interlocutores, alcanzamos soluciones innovadoras que nos alzan a otros estadios. De esta manera, veremos que se afina la autopercepción del sistema, en paralelo a la mejora de las capacidades. En consecuencia, la interrelación se convierte en un factor de cambio y crecimiento. Los miedos entonces se convierten en aliados.Es necesario que los usuarios conozcan bien la empresa con la que va a trabajar. Así como que los prestatarios codifiquen los servicios en sintonía, no sólo con los resultados previstos por el cliente, sino como una mejora del sistema referido con anterioridad. En este enfoque, el factor retroalimentación es clave para el éxito.
Generar una relación de mutua confianza entre prestatarios y usuarios de la seguridad privada necesita del desarrollo de una serie de factores que la cimiente y la proyecte hacia futuras colaboraciones:
1. Mostrarse, como organizaciones, fieles a sí mismos, a sus valores y a los compromisos adquiridos.
2. Compartir una filosofía común sobre lo que supone la seguridad y la protección de personas y bienes en entornos de diversa complejidad.
3. Abordar cada proyecto con estándares de calidad, sin olvidar lo que de específico tiene cada organización.
4. Reconocerse integrantes de un sistema dinámico que requiere de una mutua capacidad de interrelación y diseño de respuestas y soluciones adhoc.
5. Saber distinguir entre lo estratégico y lo táctico. Entre lo estructural y lo coyuntural.
6. Fomentar la asertividad y la proactividad para minimizar riesgos fruto de “agujeros negros” o de un celo excesivo en la transferencia de información.
7. Generar las bases para que la confiabilidad sea el eje sobre el que pivote la cohesión y consolidación del sistema usuario-prestatario.
Jesús Alcantarilla Díaz
Presidente de Protecturi